domingo, 13 de mayo de 2012

EL LADRILLO...TOXICO?


Cuando esos maravillosos productos financieros dejaron de serlo y han pasado a ser inmuebles sobrevalorados en el activo de las entidades bancarias, parece que lo más fácil es culpar no sólo a nuestro sector, sino también al pobre ladrillo, complementándolo con un adjetivo despectivo.

Bueno, vale. La verdad es que si a alguien le da por freírse un tocho y se lo come no le va sentar muy bien, estamos de acuerdo. Sin embargo, el calificativo de "tóxico" que esta semana he podido leer en varios tweets y  noticias, algunas relacionadas con la intervención de Bankia, se refiere básicamente al sobrevalor de los inmuebles que forman parte de los activos de todos los bancos y cajas de ahorro.
Una sobrevaloración que al pobre ladrillo ni le va ni le viene. El ladrillo cuesta ahora más o menos lo mismo que antes de la Crisis (en mayúscula), igual que el mortero, mientras que la mano de obra y los servicios, costes indirectos, transportes y demás ya son más baratos que antes. Por tanto, yo me pregunto: ¿porqué ladrillo tóxico? Y antes de la Crisis, cómo lo llamaban los bancos, ¿el "dulce" ladrillo? ¿"bendito" ladrillo? En cualquier caso, la facilidad con que se financió el boom inmobiliario y que permitió que los inmuebles pasaran a ser los productos financieros con los que algunos han ganado el mayor porcentaje de beneficios en el menor tiempo posible, sin ningún tipo de control, ha sido la que ha cambiado el calificativo al ladrillo. Se permitió sumar al coste del ladrillo todas las barbaridades habidas y por haber en la repercusión del suelo, en la especulación, en las comisiones...y todo ello financiado sin ningún tipo de problema y al 120%.
Pues a mí la verdad es que no me parece bien que se considere tóxico a un pedazo de cerámica, que lo es, sino que me parecería mucho más lógico que se consideraran tóxicos los "activos bancarios inmobiliarios", que quede bien claro que lo que es tóxico es el abuso y la irracionalidad que permitió que un inmueble pasara a ser una inversión segura, rápida y con valor ascendente de manera perpetua, con el apoyo del sistema financiero y  político. Hay muchas maneras de bautizar al mal cuando ya está hecho, y lo más fácil es imputarlo en este caso a nuestro sector.
Para mí, un ladrillo continúa siendo un ladrillo, aunque cada vez los veo menos. Para mí tóxico son muchas otras cosas.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo con tu exposición. Ya hace años que siento un cierto mal sabor de boca cuando, recién comenzada la crisis, algún ministro responsabilizaba a nuestro sector con ese apelativo, como dices, despectivo de "el ladrillo". Como si todos los males fueran imputables a los que hemos desarrollado nuestro trabajo en la construcción y la pésima gestión de los suculentos impuestos que generaron aquellos "maravillosos" años, hubiera sido completamente ajena a la situación que padecemos.

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  2. Gracias por el comentario y los RTweets, Josearnaiz! En defensa del "ladrillo" y de los profesionales que hemos trabajado y seguimos trabajando por la seguridad, la calidad y la eficiencia de nuestros edificios! Un saludo!

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