La semana pasada tuve de nuevo el placer de escuchar a Fabian López como ponente de un curso de presentación-recordatorio de las novedades del CTE en sus documentos HE. Una escalofriante cascada de datos de ahorro energético desde la reducción de la demanda hasta la limitación del consumo energético de los edificios, de obligado cumplimiento para edificios públicos en 2018 y para el famoso 2020 el resto.
Y digo escalofriante porque, después del cambio brutal que supuso el CTE 2006 respecto las normativas térmicas previas, el que espera después de la actualización, una vez se publique en el BOE, vuelve a ser tremendo, ya que los valores límites de transmitancias térmicas para las envolventes de los edificios se reducen de manera importante respecto los anteriores, así como el objetivo de toda la normativa, que no deja de ser la construcción de edificios de consumo casi nulo (nZEB).
Y como siempre, en este país, los cambios normativos suelen ser traumáticos. Los legisladores no han sido capaces, como en casi todo el resto de paises europeos, de ir introduciendo paulatinamente medidas progresivas para que el objetivo final, en 2020, esté cada vez más cerca, sino que se ha optado por cambios bruscos y demasiado importantes como para asimilarlos de un día para otro.
Sin embargo, los técnicos lo tenemos más o menos bien: nos enteramos de los cambios legislativos, vamos a cursos, aprendemos a utilizar una u otra herramienta informática para la justificación de normativas (esperemos que para cuando se aprueben los cambios del CTE en el BOE ya funcione correctamente la herramienta unificada LIDER-CALENER, hasta ahora a pedales), en fin, que nos podemos considerar más o menos preparados para el cambio. Pero, y el resto del mundo?
Alguien tendrá que explicar a los promotores de nuevas viviendas que la aplicación de esta revisión del CTE-HE puede significar un sobrecoste de, aproximadamente, un 20% respecto la normativa vigente, entre mejoras en la envolvente térmica y la instalación de equipos de mayor eficiencia.
Alguien tendrá que intentar explicar que debemos pasar, por ejemplo, de unas demandas de calefacción medias, aplicando normativa del 2006, de unos 70 kWh/m2, a unos 25-30 este año y entre 15-20 en 5 años.
Alguien tendrá que asumir que, los nuevos requerimientos para los edificios públicos en 2018 son un poco ciencia ficción, en un momento en el que parece que se van a redefinir los conceptos de "edificio público" para ver si la propia administración se puede librar del cumplimiento de su propia normativa.
Y por último, alguien tendrá que explicar a las Energéticas y al Legislador, así como a los promotores y usuarios finales, que en este país no podemos compensar el exceso de demanda y por consiguiente el consumo energético (eléctrico) de un edificio, con las contribución de energía renovable más lógica en nuestro país, porque si se nos ocurre instalar unas placas fotovoltaicas , tanto en nuestro edificio como en un entorno inmediato, para aprovechar el magnífico sol que tenemos, para intentar acercarnos al autoconsumo eléctrico, al objetivo del nZEB, estaremos cumpliendo con los requisitos normativos, pero también estaremos inclumpliendo la Ley. El pez que se muerde la cola.
Veremos qué pasa a partir de la publicación en el BOE de los nuevos requerimientos y como lo ponemos en práctica.
En cualquier caso, interesante curso organizado por el Colegio de Aparejadores y Arquitectos Tècnicos de Barcelona, en la delegación del Maresme, donde aprovechamos los colegas para ponernos al día y explicarnos nuestras batallitas. Y repito, gran Fabian López.
Un saludo
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