sábado, 19 de julio de 2025

El auge de las periciales en edificación: síntoma de un modelo en crisis

 


Cada vez dedicamos más horas a informes periciales. Cada semana me llega un nuevo encargo: grietas en viviendas nuevas, humedades que nadie sabe de dónde salen, obras sin dirección técnica, incumplimientos contractuales o conflictos entre promotores y constructoras. ¿Qué está pasando?

Las periciales han dejado de ser una excepción puntual. Hoy, en muchos entornos, parecen casi una fase más del proceso constructivo, como si la judicialización formara parte natural del ciclo de vida de una obra. Pero esto no debería ser así.

Una cadena de responsabilidades diluidas

En gran parte de las periciales que redacto, el problema de fondo es siempre el mismo: una falta de definición clara de responsabilidades, sumada a una ejecución deficiente o con prisas. La figura del arquitecto técnico, encargada de garantizar la calidad, la seguridad y el cumplimiento normativo, queda muchas veces desdibujada por decisiones tomadas desde el despacho o desde el Excel.

Cuando se recorta en dirección facultativa, cuando se aceptan modificaciones sin proyecto, cuando se firman certificaciones sin haber pisado la obra, el resultado es previsible: conflicto. Y ese conflicto acaba en los tribunales.

El juicio como solución técnica

El informe pericial debería ser un documento técnico al servicio de la verdad constructiva. Pero, en la práctica, muchas veces se convierte en una herramienta de estrategia legal, redactada en los márgenes de la técnica. Y ahí es donde nosotros, los arquitectos técnicos, debemos defender nuestra dignidad profesional: no estamos para justificar intereses, sino para explicar hechos constructivos con rigor.

Un cambio necesario

El aumento de los informes periciales es un síntoma. Y como todo síntoma, indica un desequilibrio. Si queremos reducir los litigios en construcción, no basta con más abogados. Hace falta más proyecto, más control, más oficio y más respeto por el trabajo técnico.

La figura del arquitecto técnico sigue siendo la única que puede unir el papel con el ladrillo, el código con la realidad. Si se nos escucha a tiempo, muchos pleitos se evitarían. Pero para eso, primero, hay que dejar de vernos como un gasto y empezar a entendernos como una garantía.

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