Cada vez que se produce un incendio grave en un edificio, la pregunta es inevitable: ¿estamos realmente protegidos? El Código Técnico de la Edificación (CTE) establece exigencias claras en materia de seguridad contra incendios, pero lo cierto es que la mayoría de los edificios anteriores al año 2000 no cumplen con esos criterios. Y en muchas rehabilitaciones, este aspecto apenas se toca.
🔥 El papel del CTE y sus límites
El CTE contempla la sectorización de incendios, el uso de materiales con reacción al fuego controlada, franjas cortafuegos en fachadas ventiladas o la instalación de sistemas de detección y evacuación. Sobre el papel, es una garantía.
Pero el parque inmobiliario español tiene una edad media superior a los 45 años. Eso significa que millones de viviendas no disponen ni de sectorización adecuada, ni de materiales resistentes, ni de instalaciones suficientes. Y lo que es peor: los usuarios lo desconocen.
🏢 La rehabilitación estética frente a la seguridad real
En los últimos años se ha invertido mucho en rehabilitación energética y estética: aislamientos, cambios de carpinterías, mejora de envolventes. Todo ello es necesario. Pero en demasiados casos, estas obras olvidan la dimensión de la seguridad frente al fuego.
El resultado es una paradoja: edificios más eficientes desde el punto de vista energético, pero igual de vulnerables en caso de incendio. Una fachada ventilada puede ser un ahorro en calefacción, pero también un peligro si no se han tomado las medidas adecuadas.
👷 El arquitecto técnico como garante
En las Inspecciones Técnicas de Edificios (ITE) o en los informes de conservación, el arquitecto técnico tiene la posibilidad —y la obligación moral— de señalar los riesgos vinculados a la seguridad frente a incendios. No se trata solo de listar grietas y humedades, sino de advertir cuando una escalera no cumple evacuación, cuando un local comercial compromete la seguridad de la comunidad, o cuando un falso techo esconde materiales inflamables.
La función no es asustar, sino prevenir con datos y oficio. Y aquí nuestra figura es insustituible.
🚨 No se trata de más normativa, sino de aplicarla
Ante cada siniestro, la reacción habitual es pedir más regulación. Pero el problema no es solo la falta de normas: es que muchas veces no se aplican las que ya existen, o se pasan por alto en rehabilitaciones y reformas.
El reto es cultural y profesional: incorporar la seguridad contra incendios como parte intrínseca de cualquier proyecto, y no como un anexo incómodo. Porque de poco sirve un edificio sostenible si no es seguro.
La seguridad contra incendios no es un lujo ni un trámite. Es una necesidad que nos recuerda que la arquitectura no solo construye espacios, también protege vidas.