viernes, 29 de agosto de 2025

CTE, incendios y la realidad de los edificios antiguos: ¿estamos protegidos o confiamos demasiado?

 Cada vez que se produce un incendio grave en un edificio, la pregunta es inevitable: ¿estamos realmente protegidos? El Código Técnico de la Edificación (CTE) establece exigencias claras en materia de seguridad contra incendios, pero lo cierto es que la mayoría de los edificios anteriores al año 2000 no cumplen con esos criterios. Y en muchas rehabilitaciones, este aspecto apenas se toca.




🔥 El papel del CTE y sus límites

El CTE contempla la sectorización de incendios, el uso de materiales con reacción al fuego controlada, franjas cortafuegos en fachadas ventiladas o la instalación de sistemas de detección y evacuación. Sobre el papel, es una garantía.

Pero el parque inmobiliario español tiene una edad media superior a los 45 años. Eso significa que millones de viviendas no disponen ni de sectorización adecuada, ni de materiales resistentes, ni de instalaciones suficientes. Y lo que es peor: los usuarios lo desconocen.

🏢 La rehabilitación estética frente a la seguridad real

En los últimos años se ha invertido mucho en rehabilitación energética y estética: aislamientos, cambios de carpinterías, mejora de envolventes. Todo ello es necesario. Pero en demasiados casos, estas obras olvidan la dimensión de la seguridad frente al fuego.

El resultado es una paradoja: edificios más eficientes desde el punto de vista energético, pero igual de vulnerables en caso de incendio. Una fachada ventilada puede ser un ahorro en calefacción, pero también un peligro si no se han tomado las medidas adecuadas.

👷 El arquitecto técnico como garante

En las Inspecciones Técnicas de Edificios (ITE) o en los informes de conservación, el arquitecto técnico tiene la posibilidad —y la obligación moral— de señalar los riesgos vinculados a la seguridad frente a incendios. No se trata solo de listar grietas y humedades, sino de advertir cuando una escalera no cumple evacuación, cuando un local comercial compromete la seguridad de la comunidad, o cuando un falso techo esconde materiales inflamables.

La función no es asustar, sino prevenir con datos y oficio. Y aquí nuestra figura es insustituible.

🚨 No se trata de más normativa, sino de aplicarla

Ante cada siniestro, la reacción habitual es pedir más regulación. Pero el problema no es solo la falta de normas: es que muchas veces no se aplican las que ya existen, o se pasan por alto en rehabilitaciones y reformas.

El reto es cultural y profesional: incorporar la seguridad contra incendios como parte intrínseca de cualquier proyecto, y no como un anexo incómodo. Porque de poco sirve un edificio sostenible si no es seguro.


La seguridad contra incendios no es un lujo ni un trámite. Es una necesidad que nos recuerda que la arquitectura no solo construye espacios, también protege vidas.

martes, 19 de agosto de 2025

La construcción española ante un reto silencioso: la falta de mano de obra cualificada

 En España se habla de digitalización, de eficiencia energética y de la necesaria rehabilitación de edificios como motores de futuro. Sin embargo, hay un obstáculo que pocas veces ocupa titulares, pero que se deja sentir en cada obra: la escasez de mano de obra cualificada en la construcción.

El fenómeno no es nuevo. Desde la crisis de 2008, miles de trabajadores abandonaron el sector buscando horizontes más estables. Muchos no volvieron. Y ahora, con la reactivación del mercado y el empuje de los fondos europeos para rehabilitación energética, nos encontramos con un vacío difícil de cubrir.

Oficios que desaparecen

Albañiles con experiencia, encofradores, yeseros, instaladores especializados… oficios que antaño se transmitían de padres a hijos o de maestro a aprendiz, hoy resultan cada vez más difíciles de encontrar. Las escuelas de formación profesional ofrecen plazas, pero la demanda por parte de jóvenes es muy baja. La construcción arrastra una imagen de dureza, precariedad e inestabilidad que la hace poco atractiva.

Consecuencias directas en la obra

El impacto es evidente:

  • Plazos que se alargan porque no hay suficiente personal para acometer fases clave.

  • Costes crecientes, al encarecerse el precio de ciertos oficios escasos.

  • Pérdida de calidad, cuando se cubren huecos con personal sin la formación adecuada.

Los arquitectos técnicos lo vemos a pie de obra: cuadrillas incompletas, rotación continua y una dependencia creciente de subcontratas que, en ocasiones, llegan desde fuera de nuestras fronteras.

Un reto generacional

El problema es también demográfico. La edad media de los trabajadores de la construcción supera los 45 años. Mientras, los jóvenes apenas se incorporan. La brecha se agrava con la velocidad con la que avanzan las exigencias técnicas: rehabilitación energética, instalaciones domóticas, materiales sostenibles… No basta con "mano de obra", hace falta mano de obra cualificada.

¿Y la solución?

Parte de la respuesta pasa por dignificar el sector. Ofrecer estabilidad, condiciones laborales justas y una imagen renovada que muestre la construcción como lo que es: un motor económico, una profesión de futuro y un oficio que combina técnica, tradición e innovación.

El reto es enorme, pero también lo es la oportunidad. Si conseguimos atraer y formar a una nueva generación de profesionales, no solo resolveremos la carencia actual, sino que reforzaremos el papel de la construcción como columna vertebral de nuestra sociedad.