Quizás nadie se podría haber imaginado que el parón brusco de nuestro sector iba a ser tan rápido ni tan duradero. Como he comentado en otras ocasiones, ya hay cerebros pensantes, economistas, banqueros y políticos que han decidido por nosotros y ahora nos toca asumir las consecuencias.
Hoy hago una entrada que se refiere a una de esas consecuencias: Las medianeras de espuma de poliuretano proyectado. Ese magnífico producto, mayoritariamente utilizado para su función principal de aislante térmico amorfo y continuo en las cámaras de fachada y en cubiertas, pasó de ser un invento novedoso para nosotros a un aislante imprescindible y prescrito en numerosos proyectos y obras realizadas en los últimos años.
Como cualquier innovación en nuestro tradicional sistema constructivo, quizás primero surgieron algunas dudas, pero se aclararon rápidamente por la capacidad aislante, la continuidad, el precio y, finalmente, hasta por su capacidad impermeable, aunque no fuera imprescindible para los usos inicialmente previstos.
Es esa cierta capacidad impermeable, sumada al aislante en sí mismo, la que propició que en numerosos edificios entre medianeras, después del derribo de una edificación en construcciones existentes e incluso en nuestras propias medianeras de nueva ejecución, en espera de la siempre segura y próxima construcción del edificio vecino, se aplicaran miles de metros cuadrados de espuma en medianas a la intemperie, de manera provisional, sin tener demasiado en cuenta un pequeña cuestión: se podía utilizar la espuma en exteriores para dejarlo expuesto a factores meteorológicos durante un tiempo prolongado? La verdad es que pocos se debieron plantear esta cuestión, porque nadie consideraba precisamente prolongado el tiempo que podía pasar el poliuretano a la intemperie, quizás unas semanas o unos meses, como mucho...
Y la respuesta a la pregunta precisamente es que no. Aún presentando una piel externa de alta densidad, la espuma de poliuretano pierde propiedades con el tiempo por la exposición prolongada a la radiación ultravioleta de la luz directa del sol, de la que debería haberse protegido. Primero la pérdida de la capa exterior, que se vuelve polvorienta y cambia el aspecto, y después una pérdida de espesor de 1 a 2 mm al año, en función de la exposición al sol, aunque teóricamente, no se pierden prácticamente las propiedades de la espuma...en dos o tres años. Y después?
El paso de los años empieza a pasar factura a esa espuma, tan amarilla-anaranjada al principio, limpia, y señal de la provisionalidad en un hueco urbano entre medianeras. Se nos están convirtiendo en ocres y sucias, aunque confiando en que conserve las propiedades principales de aislante e impermeabilizante. Muchos municipios ya obligan a tratar las medianeras con materiales de fachada para evitar soluciones provisionales, pero el paisaje tardará en ocultar tantísima espuma de poliuretano a la vista.
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